Diario

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Mirando atras

Un siete de enero de milvecientos sesenta y nueve le dí el si quiero a Richard Wagner. (Siempre me gustó la música), je je je. Diez años después le dí el adiós. Ni la música domó la decisión.

Atrás quedó una parte importante de mi vida. Sin rencor y con una gran pena que se superó con el devenir de los años.

Volví a amar. Y también dije adiós.

Los adioses nos parecen dolorosos, y lo son. También pasan y se renace de las cenizas. Ya, ya ya.
El dichoso ave Fenix. Lo que no lo hace menos cierto que la vida se compone adioses y bienvenidas.

Todos pasamos por esos aros del destino, del azar, o de lo que sea.

Lloramos las despedidas y saludamos los nuevos encuentros con esperanza.

El ser humano tiene una enorme capacidad de dolor y de regeneración. Más de lo que pensamos.
Bastemos una mirada hacia el continente africano, hacia el continente asiático, hacia el continente latino-americano.

Hacia cualquier continente. Parece raro. Continentes enteros sufren algo más que separaciones. Sufren pérdidas irreparables como el la vida. De estas ni el ave Fenix es capaz de rescatarles.

Y los que se quedan siguen empero luchando por vivir.
No os amotinéis pues, que saldréis airosos del desencuentro e incluso de la absoluta pérdida de los seres queridos.

Cuatro fantasmitas tiene mi cama
cuatro fantasmitas que me la guardan
Chencho, Antonio, Mamá y Papá.

Y ahora otro adiós. Si es posible mañana volveré.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que quede lejos el adios definitivo de uno de los seres que mas enriquece mi vida. Te llevo queriendo ya mas de una decada y ningun dolor ha empañado este milagroso encuentro. El amor siempre nos da un resumen positivo de los encuentros aunque las circunstancias adversas le pusieran fin. Brindemos ahora por los vivos que nos libran del dolor. Gracias amiga. E.

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Soy picaflor. Inconstante.Pasional.Buena amistad.