SIN PUDOR

A pesar de la alegría, de la que todos tenemos un derecho moral a expresarla y a sentirla, no quiero en modo alguno parecer superficial. Me intranquiliza y mucho la situación del mundo. Y no es precisamente halagüeña. No es para tomarla con frivólidad ni mucho menos. Todo lo contrario.
ES PELIGROSA.
Cuando a los pueblos se les niega el trabajo y con ello se les obliga a la miseria, nunca se sabe donde ni en que puede acabar.
Echemos una mirada corta a la Segunda Guerrra Mundial y estaremos servidos.
Así que no es moco de pavo lo que está ocurriendo. Ni es para tomarselo a la ligera a pesar de que todavía nos cause cierta risa.
Cuando veo Estas no son las noticias o El Intermedio a que negar que se escapa una sonrisa, pero no nos engañemos. Si la situación no se remedia llegaremos a estar sentados sobre un polvorín.
El pueblo por norma general es poco exigente, empero no hay que soliviantarlo quitándole lo poco que pide y que por derecho constitucional le corresponde. Esto es: un puesto de trabajo para con él poder cumplir con sus más básicas necesidades.
Ojalá no llegue la sangre de todos y cada uno al río.