Diario

sábado, 26 de marzo de 2011

Nací búho. Como mi tía Emilia.
Tú lo sabes mejor que nadie.
He pasado noches en blanco, leyendo, aprendiendo algo, soñando despierta o estando no más con los ojos de par en par.

Como resulta que es difícil aprender, no aprendí mucho y, sigo disfrutando de estar en vigilia.
Es cierto que la noche crea un ámbito raro. algo así como ensoñado, carente de realidad.
Bueno pues, es ese espacio donde me gusta crecer. Elevarme, volar.

Por supuesto que me interesa, y mucho, lo que pasa en el mundo. Especialmente en el mundo número dos o tres...
Es más, es ese mundo dos o tres, donde cifro mi vigilia.
En el mundo número uno, parecen improbables los sueños, las ganas de luchar por la vida.
Y es que se nos ha dado tanto en ese mundo número uno, que se nos terminaron las ganas de soportarlo. De ahí los suicidios en los mundos números uno.
El ansia de vivir, de luchar por la vida, se les ha ido al carajo a los países número uno. Y es asombroso que quienes nada poseen, se defiendan como gato panza arriba para defender la vida en si misma.
Son pueblos tan ricos en su deseo de vivir. Algo que el bienestar no logra satisfacer: el simple hecho de vivir.
Querido, diario, tú sabes de mi dispersión, de mi cazar moscas con el rabo. Como hace el diablo en sus ratos de ocio. Y de qué asombrosa cantidad de ocio dispongo.
¡Tela!
Tanto que he jugado con la idea de dejar de vivir cuando se me apetezca. Curiosamente, voy abandonando la idea a raíz de cumplir años.
Desde luego que no desisto de una muerte digna.
De eso, ni mijita.
Pero tampoco de dejar de luchar por ella con idéntica dignidad.
Si hay gente, millones de gentes,capaces de desear vivir por el simple hecho de valorar la vida, sería nada digno no luchar por ella.
Y ahora querido diario te digo hasta siempre.

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