Céfiros, Europa, Terrá

Querido diario:
Otra vez soplan diversos aires, y la noria de la que fui concebida, vuelve su rostro-o debería decir sus astas-al soplo de los caprichosos vientos.
No doy abasto. Me sumo en el aire, y este me trae y lleva sin rumbo determinado.
Viajo en pro de los ingenuos, de los sin tierra, de los cándidos. Y me azotan las ráfagas de los poderosos y de las malas personas.
A veces siento sensaciones poco o nada buenas.
se me inflan las velas de despropósitos. Quisiera poder acabar con la miseria de los que se creen fuertes, de los que se creen invencibles, de los manipuladores tan despreciables y pobres de espíritu. Ellos no conocen al hambre, ni la sed. La alegría del sencillo eco del vivir pese al mal vivir.
Tan llenos están de vacuidad que piensan que son vividores.
Hoy día se repiten tanto las palabras de los buenos filósofos que, muchos nos creemos serlo.
Vosotros no tenéis ni eso.
En vuestro "amplio mundo" no veis más allá de él.
En realidad estáis igual de limitados.
A nosotros nos queda la esperanza, nos quedan los sueños. Y unos aires que no cesan de mover
las astas de nuestra mente en cualquier dirección que el viento nos indique.
Se hace camino al andar. Vosotros os creéis que lo habéis recorrido todo.
Ningún terremoto os mueve de vuestros mullidos lechos.
Es bueno saber que sois tan ignorantes como el más ignorante de los seres.
¿Hay una tristeza mayor que ese sentirse invulnerable?.