Diario

miércoles, 1 de junio de 2016

Jose Luis, amado mío



A Jose Luis, mi Mijita, se le acaba el tiempo, y yo y mi ego andamos sin sosiego y sin guía. No sé a quién obedecer.A ese fatal sentimentalismo tan odiado, o a ese  razonable hecho de afrontar qué,  lo mejor para él es marcharse. Y no para el ego de mangonearme. Mucho más potente que la razón. Pero bien cierto es que es doloroso.  Como cierto que pienso en que es lo mejor que le puede suceder a él y a los suyos.
Cuando murió papá, la primera muerte que de veras mordía las vísceras más sangrantes, deseé su muerte con todas la fibras de mi ser porque sufría indecentemente, pero cuando partió un algo dejó de vivir en mi: el deseo de que se fuese. Luego comprendí que lloraba por mi y no por él. Y así sucede ante el abandono definitivo de los que amas. Te lloras su ausencia.
Ay, Mijita. Te vas. Y aunque nos lloremos, es lo que más te conviene, así, que, hala. Tú, a lo tuyo. Buen abono se acerca a la próxima cosecha.

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